Compromiso con nuestro Patrimonio
Cristina Marín Chaves, Secretaria de Educación, Cultura, Patrimonio e Identidad Nacional de CHA-Zaragoza.
Se cumplen 30 años de la colocación de los dos últimos leones del Puente de Piedra tras la última restauración de esta infraestructura tan representativa de Zaragoza. Los dos primeros empezaron a otear el norte el 2 de abril de 1991, mientras que sus compañeros del lado de Echegaray comenzaron a contemplar el sur de la ciudad el 20 del mismo mes. Desde entonces, estos majestuosos guardianes del Ebro se han convertido en un auténtico símbolo de la ciudad, reconocible por todo el mundo y reproducido hasta la saciedad en todo tipo de soportes, carteles, anuncios publicitarios e incluso memes.
Obra de Francisco Rallo Lahoz, uno de los escultores que más ha dignificado el espacio público zaragozano, es un conjunto de cuatro colosales figuras de bronce, en los que el artista estuvo trabajando cerca de dos años desde los primeros bocetos hasta el resultado final que hoy vemos. Para ello tuvo que elaborar previamente un modelo en arcilla y de ahí sacar el original en escayola, del cual se obtendría el correspondiente molde y se fundirían a la cera perdida los cuatro leones. Y ese es el quid de la cuestión. Esa figura en escayola es irrepetible, pero, además, es la única de la que, por cualquier circunstancia, se podría sacar otro león exactamente igual a los actuales, porque la fundición en bronce supone siempre una merma de tamaño. Es decir, si no existiese ese original y se sacara un molde de los actuales, la figura que se obtuviera no sería idéntica, sería más pequeña. Ya no sería lo mismo.
Esta preciosa pieza de escayola estuvo a punto de perderse. Durante trece años, hasta 2004, estuvo almacenada a la intemperie en la fundición de Valls donde se elaboraron los leones. El grupo municipal de Chunta Aragonesista en el Ayuntamiento de Zaragoza, conocedor de esa circunstancia a través del propio escultor, y con la colaboración de Heraldo de Aragón en sus páginas, consiguió sacar una partida presupuestaria para traer el original a Zaragoza y restaurarlo. No fue tarea fácil. Dadas sus grandes dimensiones, hubo que fletar un transporte especial para que pasara por debajo de los puentes de la autopista. Además, su delicado estado de conservación dificultó aún más el viaje. Por fin, una vez en destino, el propio artista se encargó de su restauración y hoy se conserva en los almacenes municipales de Pontoneros.
Y es que Chunta Aragonesista ha apostado siempre por la recuperación y la conservación de los símbolos de nuestra ciudad, como hemos visto en esta pequeña historia o como sucedió también con la Casa Solans en el Rabal, que acaba de cumplir cien años, o con la restauración de la Fuente de los Incrédulos, en el barrio de Casablanca, junto al Canal Imperial de Aragón. Por ejemplo.
El Patrimonio es testimonio de nuestra Historia. De la misma manera que los leones del Puente de Piedra nos hablan de aquel breve intervalo en que Zaragoza perteneció al reino de León en el siglo XII, la Casa Solans lo hace de aquella burguesía industrial de los años 20, o la fuente de la sorna de un aragonés que construyó un canal en el que muy pocos creían y les hizo una fuente “Para convencimiento de incrédulos y descanso de viajeros. Año 1786”, como reza la inscripción.
Porque, además, el Patrimonio no se circunscribe al Centro de la ciudad. Lo tenemos repartido por todos los barrios y merece ser cuidado, respetado y reivindicado, esté donde esté. Ya sea material o inmaterial, forma parte de nuestra identidad como aragoneses y para CHA su defensa es prioritaria.
Los hombres y mujeres de Chunta Aragonesista en Zaragoza hemos tomado el testigo de quienes nos han precedido en el compromiso con el Patrimonio y en la reivindicación de esos símbolos. Queremos que ese legado del pasado siga formando parte de nuestro presente y creemos que, sobre todo, se lo debemos a nuestro futuro, a los futuros zaragozanos y zaragozanas. Debe ser, además, un activo económico de primer orden en el desarrollo de esta bimilenaria ciudad.