La Lonja no se toca, una vez más
Cristina Marín Chaves. Secretaria de Cultura y Patrimonio de Chunta Aragonesista (CHA).
El pasado 5 de enero se clausuró en La Lonja la magnífica exposición “Paseos iluminados de Paco Simón”, que ha batido récords de asistencia. Una vez finalizada, el espacio cierra sus puertas, en principio, para una serie de reformas necesarias, decían.
Hace cuatro años, la entonces vicealcaldesa y ahora solo consejera de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández llenó la prensa con la propuesta de que Zaragoza fuera un gran polo de atracción en torno a la figura de Francisco de Goya, para lo que La Lonja se convertiría en un nuevo espacio museístico dedicado a la figura, obra y vida del pintor aragonés. Lo único que consiguió fue una respuesta social bajo el hashtag #LaLonjaNoSeToca y que tras unos meses cerrada por unas obras de urgencia (una avería en una tubería que da suministro a una boca de incendios) reabrió de nuevo como sala de exposiciones. Sin embargo, en estos últimos cuatro años ha ido cambiando su orientación. Fue referente para el arte contemporáneo aragonés, tan falto, por otro lado, de una instalación museística permanente Para cualquier artista visual de esta tierra, colgar su obra de la Lonja era un hito en su carrera, el gran escaparate de arte actual de Zaragoza. Sin embargo, en los últimos años esta tónica ha decaído, y prácticamente solo podríamos hablar de la mencionada de Paco Simón como heredera de esta “tradición”. La programación ha sido desigual, con pocas exposiciones con sabor aragonés o, como mucho, comisariados como el de Wifredo Rincón en la de Pradilla.
Pero da la sensación de que no podemos parar de buscar maneras de “meter mano” a La Lonja. La última idea, la de recuperar la “falsa” o bajo cubierta. Este espacio servía como almacén o depósito para materiales relacionados con las actividades comerciales desarrolladas en la planta inferior. Para ello sería necesario habilitar un acceso, que se propone hacer por el exterior en forma de dos ascensores que se colocarían en la fachada norte, la que da al Ebro. La falsa no estaba destinada a ser un espacio público originalmente. Adaptarla mediante una intervención visible en el exterior contravendría su función histórica, alterando su esencia y propósito.
Parece olvidar que la Lonja de Zaragoza está protegida legalmente al ser declarada Bien de Interés Cultural, lo que implica que cualquier intervención debe garantizar la conservación de su valor histórico y artístico. Añadir estos ascensores exteriores sería una alteración significativa que contraviene las normativas de protección del patrimonio. Con su diseño sobrio y equilibrado, la Lonja es un ejemplo notable del Renacimiento aragonés. Estas estructuras externas introducirían un elemento discordante que rompería la armonía de su fachada, diseñada para reflejar elegancia y proporción.
Si el objetivo es mejorar el acceso al conocimiento del espacio superior, podrían implementarse soluciones no invasivas, como recorridos virtuales o modelos tridimensionales interactivos. Estas opciones preservan la integridad del edificio y ofrecen una experiencia accesible al público.
En definitiva, desde Chunta Aragonesista consideramos que habilitar un acceso exterior en la Lonja sería un error patrimonial, estético y cultural. Preservar su autenticidad y su contexto histórico debe ser prioritario. En lugar de realizar intervenciones que comprometan su valor, debemos buscar soluciones que respeten este icono del Renacimiento aragonés y su papel como símbolo cultural de Zaragoza. No nos oponemos a una reorganización de la distribución del espacio interior, actualizándolo. Podría funcionar perfectamente como un espacio expositivo perimetral como existen en grandes museos como el Guggenheim de Bilbao.
a distribución existente data de 1990 diseñada específicamente para una exposición. Se puede y se debe adecuar a los requerimientos actuales, incluso previendo particiones móviles y ligeras que, en ningún caso, impidan la visión de las magníficas columnas.
Debemos conservar la Lonja y admirar su belleza, sí, conservar su integridad, por supuesto, pero conservar también su función desde las últimas décadas del mejor espacio expositivo de Aragón.