Es urgente una Ley Trans Estatal
Alberto Alcaine Vijuesca, Coordinador del Rolde LGTB de CHA y Secretario de Organizazión y Estratechia de CHA-Zaragoza.
Cantaba Judy Garland en los años treinta del siglo pasado -casi nada- aquello de que en algún lugar sobre el arco iris los sueños se cumplen, y en pleno año 2021, el arco iris todavía está demasiado alto para gran parte del colectivo LGTBI. Tan alto que aún es necesaria una Ley estatal que sirva para consagrar, ampliar, complementar y armonizar las diferentes legislaciones autonómicas que se han ido aprobando.
Esta semana llegará a Aragón una gigantesca bandera trans que está recorriendo todo el Estado para que sus diferentes nacionalidades y regiones reconozcamos la realidad trans y apoyemos sus demandas específicas.
Y es que las personas trans no pueden esperar más. Fueron las primeras en poner sus rostros desnudos ante las porras en Stonewall en 1969, cuando la policía rompió sus cabezas a mamporrazos en el que se considera el inicio de la lucha LGTBI. Lo fueron también en junio de 1977 en Barcelona, encabezando la primera manifestación del orgullo en el Estado. Y lo siguen siendo hoy, cuando hace ya más de 15 años que existe el matrimonio entre personas del mismo sexo. La totalidad del colectivo LGTBI tenemos una deuda impagable con quienes desde el principio expusieron su integridad física en primera línea.
Las personas trans todavía están esperando que se reconozca un derecho humano básico, el de la libre autodeterminación del género. Y es que, pese a que algunas comunidades autónomas hayamos hecho los deberes y hayamos legislado bastantes avances para la comunidad trans, todavía queda pendiente el más importante, de competencia estatal, que no es otro que reconocer públicamente el género sentido a través del cambio registral sin más condición que la manifestación del género sentido.
Podemos estar muy satisfechos en Aragón por tener una de las leyes más completas, no ya del Estado, sino de todo el mundo, aprobada por unanimidad en la pasada legislatura. Sin embargo, no es el momento para ser complacientes con lo que hemos conseguido. El colectivo LGTBI ha destacado siempre por ser muy reivindicativo y combativo.
En estas semanas está sobre la agenda del Gobierno de coalición la redacción de un Proyecto de Ley que satisfaga las reivindicaciones, que son de justicia, de las personas trans. Hace falta ya consolidar y ampliar los derechos reconocidos por las comunidades autónomas en las materias que son competencia del Estado, especialmente en lo relativo a los cambios registrales civiles, sin patologizaciones ni intermediación de terceras personas, para reconocer el género sentido por las personas trans, pero también para legislar en temas laborales o en otros relativos a las personas migrantes o demandantes de asilo, que se escapan del ámbito competencial de las Comunidades Autónomas.
No se trata como dirían algunas personas de redactar una ley ideológica, sino de reconocer los Derechos Humanos para un colectivo, el LGTBI y, más específicamente, para el colectivo trans, que se resiste a volver al armario y que quiere y debe vivir en armonía con el resto de la sociedad sin que su condición sea origen de desigualdad o discriminación, pero que tampoco quiere renunciar al reconocimiento social de su propia idiosincrasia. No va, por lo tanto, de ideología, sino de justicia.