SEMBLANZA DE MANUEL VALIENTE CORTÉS. HIJO PREDILECTO DE ZARAGOZA, A PROPUESTA DE CHA.
Merece la pena seguir la trayectoria del científico Manuel Valiente Cortés (Zaragoza, 1980), distinguido como Hijo Predilecto de Zaragoza. Tanto por su manera de iniciar su actividad investigadora en la metástasis cerebral como por las vías por las que está consiguiendo ser ya toda una referencia a nivel mundial. Y, tan solo, con 35 años.
Terminó veterinaria en la Universidad de Zaragoza con la idea de dedicarse a estudiar el sistema nervioso y la incidencia del cáncer en pequeños animales. Pero al poco tiempo se dio cuenta de que sería mucho mejor conocer dicha relación en el cerebro humano. Así llegó al Instituto de Neurociencias de Alicante, en donde se doctoró tras realizar una investigación dirigida por el científico Óscar Marín (emigrado a la fuerza, ahora, al Reino Unido) sobre el establecimiento temprano de circuitos neuronales en los embriones y su desarrollo. Y, de Alicante, dio el salto al laboratorio del investigador Joan Massagué, en el prestigioso Memorial Sloan Kettering de Nueva York, en 2010 con una beca de la Hope Foundation para la investigación contra el cáncer que financió su estancia y trabajo. Allí formó parte, como investigador principal, del equipo que ha descubierto el mecanismo que desata la metástasis cerebral de los tumores de mama y de pulmón. Falta todavía mucho para lograr el medicamento que combata este proceso, como el propio científico destaca, pero se ha dado un pequeño e importante paso en este gran desafío que es terminar con el cáncer.
Con este reconocimiento, Manuel Valiente decidió dejar su trabajo en Nueva York para afrontar nuevas metas en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid, en donde ha podido abrir su propio laboratorio para seguir investigando este tipo de metástasis. Rechazó ofertas del propio Massagué o del Instituto Karolinska, en Estocolmo por iniciar en Madrid un proyecto de investigación diseñado íntegramente por él y financiado, en parte, con el contrato Ramón y Cajal, una iniciativa pública para fichar durante cinco años a investigadores de relevancia demostrada. Qué coincidencia que sea precisamente Santiago Ramón y Cajal quien dé nombre a la beca con la que ha vuelto a España este investigador zaragozano. El premio nobel aragonés, en su toma de posesión como miembro de la Real Academia de Ciencias, en 1887, daba una serie de recomendaciones para los jóvenes científicos. Consejos que siguen vigentes y que parece haber recogido, más de un siglo después, el propio Manuel Valiente Cortés. Independencia de juicio… trabajo y perseverancia. Las claves del éxito en la investigación científica, según Ramón y Cajal, que también se refleja en la trayectoria de este zaragozano acostumbrado a nadar contra corriente, y a seguir sus propios desafíos y motivaciones.
Ahora su objetivo se centra en conseguir poner en marcha sus ideas para seguir investigando. Una investigación que dependerá también de la financiación que pueda obtener en función de las expectativas y resultados generados. Abandera un proyecto pionero en el CNIO, uno de los mejores centros del mundo, para descubrir los secretos de la metástasis cerebral, por eso tiene claro que tan importante como llegar a la meta es descubrir el camino. Este zaragozano identifica las moléculas que permiten a las células cancerígenas campar libremente por donde no deben. Una investigación poco habitual en los laboratorios mundiales que este científico ha emprendido al unir sus dos campos de interés, la investigación neurológica y la metástasis cerebral. Manuel Valiente hace honor a su apellido. Y todo empezó en Zaragoza.